En los espacios Montessori los acuerdos son claros, sencillos y precisos. Estos acuerdos orientan al niño y le permiten una exploración segura y armónica de su entorno.
La orientación y la exploración, Montessori las describe como tendencias humanas, características que todos los seres humanos poseemos y utilizamos para perpetuar el espíritu humano y para crear nuevas posibilidades y evolucionar como especie.
María Montessori proponía que los ambientes escolares debían potenciar las tendencias humanas y darle lugar a su desarrollo, en forma libre y posible, de modo que el niño pueda desplegar todas sus potencialidades y ponerlas al servicio de sí mismo, del entorno y del grupo.
Para que los niños puedan desenvolverse de forma autónoma, independiente y libre se deben generar acuerdos de convivencia, los cuales serán un marco, un borde, un abrazo o límite amoroso que les permitirá sentirse contenidos, respetados y acompañados. Estos acuerdos son democráticos y universales, es decir, igual para todos.
A continuación, algunos de ellos:
- Ser respetado en todo momento, por sus compañeros y por los adultos a cargo.
- Los adultos deben dar el ejemplo y respetarse a sí mismos.
- Los niños no deben ser interrumpidos ni molestados mientras realizan sus actividades, ni por los adultos, ni por otros niños.
- Siempre nos dirigimos al niño de forma respetuosa y educada.
- No se premia, ni se castiga. El adulto interviene solo si es algo peligroso para él o el entorno. Siempre se invita a reflexionar al niño por la acción realizada y, de ser necesario, a asumir la consecuencia y remediarlo.
- El material debe estar en perfecto estado.
- El ambiente debe estar limpio, prolijo y ordenado.
- Los niños deben antes conocer el material, para luego realizar la actividad.
- Los niños pueden trabajar de forma individual y en algunas actividades de forma grupal, siempre que lo deseen. Sobre todo en la de etapa 3 a 6 años. Después de los 6 años el niño mismo presenta otras necesidades y deseos en relación al grupo.