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MÉTODO MONTESSORI

Una base científica

El método Montessori es un ejemplo brillante de cómo la observación y la intuición de una mujer pueden anticiparse a los avances de la neurociencia.

Aunque Maria Montessori desarrolló su método ya hace más de cien años, su pedagogía sigue estando plenamente vigente. Es impresionante ver cómo muchas de sus ideas, que ella extrajo de la observación y de la experiencia directa con los niños, han sido confirmadas por la neurociencia moderna más actual.

Plasticidad cerebral

Una de las claves de Montessori es entender que el cerebro de los niños está en constante cambio. Esta capacidad del cerebro para reorganizarse y establecer conexiones nuevas es lo que hoy conocemos como neuroplasticidad.

Durante la infancia, esta plasticidad es especialmente activa, por eso es tan importante ofrecer a los niños un entorno rico en estímulos y en oportunidades para explorar. Montessori lo vio clarísimo: diseñó materiales que permiten a los niños manipular, experimentar y aprender por sí mismos. Ahora sabemos que este tipo de aprendizaje práctico refuerza las conexiones neuronales y ayuda a consolidar los conocimientos de forma más profunda.

Aprovechar el momento

Otro aspecto fascinante son los "períodos sensibles". La doctora Montessori observó que los niños pasan por etapas en las que tienen una atracción especial hacia ciertos tipos de actividades, como aprender a hablar, a andar o relacionarse con los demás. Ella lo interpretó como una especie de “ventana de oportunidad” para aprender, y hoy la ciencia lo confirma. Durante estos períodos, el cerebro está especialmente receptivo a ciertos estímulos y es capaz de asimilar habilidades con una facilidad increíble. Esto explica por qué el método Montessori se adapta al ritmo de cada niño: para que cada niño pueda aprovechar estas valiosas etapas cuando llegan, en lugar de seguir un ritmo impuesto de manera externa.

Aprender con las manos

¿Y qué podemos decir del uso de las manos? Para Montessori, las manos son una puerta de entrada al cerebro. Ella decía que "la mano es el instrumento de la inteligencia", y ahora sabemos que tenía toda la razón. El cerebro dedica una enorme cantidad de recursos a procesar la información que llega a través de las manos, mucho más de lo que podríamos pensar sólo mirando el tamaño de éstas en relación con el cuerpo. Cuando los niños manipulan objetos, exploran texturas o trabajan con materiales, no sólo aprenden con mayor profundidad, sino que también están literalmente estimulando su cerebro. Esto tiene mucho que ver con el sistema somatosensorial, clave para el desarrollo cognitivo. En este sentido, los materiales Montessori son perfectos, porque invitan a los niños a experimentar activamente con las manos y el cuerpo.

La valiosa repetición

Montessori también pone mucho énfasis en la importancia de la repetición. Cuando un niño repite una actividad, no sólo está perfeccionando una habilidad concreta, sino que también está fortaleciendo las conexiones entre las distintas áreas de su cerebro. Esto es especialmente importante en la primera infancia, cuando las redes neuronales se forman a un ritmo increíble. En un entorno Montessori, los niños tienen la libertad de repetir una actividad tantas veces como quieran, lo que les ayuda a consolidar su aprendizaje y ganar confianza en sí mismos.

Favorecer su autonomía

Otro punto interesante son las funciones ejecutivas, esas habilidades mentales que nos permiten planificar, concentrarnos, tomar decisiones y controlar los impulsos. La ciencia nos dice que estas funciones se desarrollan poco a poco durante la infancia e incluso durante la adolescencia, y que necesitan de mucha práctica para madurar. Montessori lo tenía claro: su método fomenta la independencia y la responsabilidad, permitiendo a los niños tomar decisiones sobre lo que quieren hacer y cómo quieren trabajar. Esta autonomía no sólo les hace más responsables, sino que también les ayuda a desarrollar el lóbulo prefrontal, que es la parte del cerebro encargada de estas funciones.

Un entorno armónico

También me gustaría destacar el entorno emocional y social que promueve Montessori. Las aulas están diseñadas para fomentar el respeto mutuo, la colaboración y la resolución pacífica de conflictos. Esto no sólo crea un espacio agradable en el que los niños se sienten seguros y valorados, sino que también ayuda a desarrollar habilidades emocionales clave, como la capacidad de entender y gestionar las propias emociones o la de ponerse en el lugar de los demás. Hoy sabemos que estas habilidades tienen una base neurológica: la capacidad de empatía y regulación emocional está directamente relacionada con el desarrollo de la zona prefrontal y otras áreas del cerebro, como la amígdala.

Aprender desde adentro

Y no podemos olvidar la importancia de la motivación. En un entorno Montessori, los niños aprenden a partir de su propio interés, eligiendo las actividades que más les atraen. Este tipo de aprendizaje autodirigido está muy alineado con lo que la neurociencia conoce sobre la motivación intrínseca. Cuando hacemos una actividad que nos motiva de verdad, se activan áreas del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa, lo que nos ayuda a retener mejor la información y disfrutar más del proceso de aprender. Esto explica por qué los niños Montessori suelen mostrar tanto entusiasmo por lo que hacen: no están aprendiendo para cumplir con una obligación externa, sino porque realmente lo quieren.

En definitiva, el método Montessori es un ejemplo brillante de cómo la observación y la intuición de una mujer pueden anticiparse a los avances científicos.

Todo lo que ella diseñó para acompañar a los niños en su desarrollo se apoya hoy en los descubrimientos de la neurociencia moderna. Desde la plasticidad cerebral hasta la importancia de las emociones, las manos y la motivación interna, el método Montessori no sólo es actual, sino que parece haber sido diseñado pensando en el futuro. Esto lo hace no sólo relevante, sino imprescindible para entender cómo podemos ofrecer a nuestros hijos e hijas una educación realmente adaptada a sus necesidades.