A través de la observación, María Montessori describe con mucha claridad cuatro fases o planos por los que los seres humanos atravesamos hasta llegar a la vida adulta. Esta observación minuciosa y científica nos brinda la oportunidad de comprender lo que ella misma llamó “el ritmo constructivo de la vida”.
El niño –ávido de absorberlo, de conocerlo y de apropiarse– atraviesa niveles, los cuales deben ser respetados para lograr un desarrollo integral basado en su esencia y en sus posibilidades.
Las 4 fases del desarrollo infantil Montessori:
- Primera fase del desarrollo Montessori: Infancia ("Yo puedo hacerlo solo"). Podemos decir que esta primera fase es fundante en la vida de las personas. Llegar al mundo implica muchos desafíos y, a la vez, es la época en la que nos estamos preparando para afrontar lo que implica vivir. La infancia es la etapa donde nos afirmamos, donde sentamos base para nuestra futura personalidad, es esa raíz, ese lugar seguro al que puedo volver para recordar y volver a crecer, sin miedo y con fuerza.
- Segunda fase del desarrollo Montessori: Niñez ("Enséñame a pensar por mí mismo y con los demás"). La niñez es una etapa representada por nuevas vivencias. Montessori observó que es una etapa calma porque los cambios físicos ya no son tan intensos como en la infancia. La mente esta más serena y busca centrarse en la adquisición de conocimientos. En esta etapa los niños y las niñas construyen la consciencia de amor por el entorno de una forma más abstracta, pudiendo también convivir con él, comprendiendo los acuerdos sociales y las responsabilidades sobre el grupo.
- Tercera fase del desarrollo Montessori:Adolescencia ("Enséñame a hacerlo por los demás"). Esta etapa vuelve a estar marcada por grandes cambios físico. Por eso Montessori propone que sea una etapa de trabajo más manual y que la adquisición de conocimiento sea a través de la experiencia y la manipulación. Es importante entender que los jóvenes poseen una fuerza vital única y buscan entender y consolidar su personalidad para saber cómo se van a brindar al mundo y qué van a aportar.
- Cuarta fase del desarrollo Montessori: Madurez (Consciencia social y moral). Es la etapa del camino de ser adulto. Ya se ha podido construir una consciencia social y moral y eso permite pensar en cómo enriquecer al mundo, qué aporte darle a la vida, qué impacto tendrá esta en el entorno o de qué manera utilizar la inteligencia. También se piensa en si es posible ponerla al servicio y a favor de la vida, de la naturaleza, del equilibrio cósmico.
Cada fase es un nuevo desafío para el niño
En la conferencia impartida en el congreso Montessori de 1938 en Edimburgo y la ponencia presentada en Londres en marzo de 1939, la Dra. Montessori nos explicó que para desarrollar estos cuatro planos han sido guiados por las manifestaciones de los niños en sus distintas etapas de crecimiento. En cada plano o nivel existen manifestaciones diferentes.
El niño no crece de una forma uniforme día a día en la misma medida. En el crecimiento hay crisis vitales, el niño atraviesa por ciertas fases y cada una de ellas tiene necesidades particulares. Las características de cada una son muy diferentes. Cada una dura un cierto período de tiempo, tiene sus propias necesidades y modos de comportamiento.
"La educación debe corresponder a estas etapas, de tal manera que en vez de dividir las escuelas en nivel inicial, primaria, secundaria y universidad, deberíamos organizar la educación en planos, en donde cada uno de éstos correspondiera a la etapa por la que estuviera atravesando la individualidad del desarrollo." Los cuatro planos de la Educación –Conferencia impartida por la Dra. María Montessori durante el Congreso Montessori de 1938 en Edimburgo– página 2.
Los planos de desarrollo y la vida cotidiana
Cada uno de los planos se debe vivir plenamente para poder pasar con maestría al siguiente. A través de la observación y el conocimiento consciente de cada uno de estos planos de desarrollo podemos acompañar al niño a generar el orden y el equilibrio que su guía interna pide. Cada fase representa en el niño un nuevo desafío y una nueva posibilidad de autoconstrucción.
Como adultos no podemos ignorar estas fases, pues nos orientan, nos responsabilizan y nos regalan la posibilidad concreta de ofrecer al niño lo que su proceso evolutivo pide.
De esta manera el crecimiento se vuelve orgánico, saludable, equilibrado y en coherencia. Es un modo de dar lugar y dejar aparecer al niño, de darle la posibilidad que se muestre tal cual es y, a su vez, de preparar el ambiente que lo guíe y estimule para llevarlo a sus máximas potencialidades.
"Debemos tomar al hombre mismo, tomarlo con paciencia y confianza, a través de todos los planos de la educación. Debemos poner todo ante él, la escuela, la cultura, la religión, el mundo mismo. Debemos ayudarle a desarrollar dentro de sí mismo, aquello que lo hará capaz del entendimiento. No son meramente palabras, es una labor de educación. Esta será una preparación para la paz, pues la paz no puede existir sin justicia y sin hombres provistos de una personalidad y conciencia fuertes." Los cuatro planos de la Educación –Conferencia impartida por la Dra. María Montessori durante el Congreso Montessori de 1938 en Edimburgo– páginas 15 y16.
Como adultos, es nuestro deber ir en la búsqueda de una mirada respetuosa que posibilite guiar el camino con límites claros, que contengan y sostengan. Que los niños crezcan siendo respetados, mirados y escuchados para que luego puedan respetarse para respetar, mirarse para mirar y conocerse para escuchar.