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ENTREVISTA

"María Montessori fue una pionera en Neurociencia"

Entrevistamos a Cristina García quien investiga, en su tesis doctoral, la profunda sintonía entre la neurociencia y la pedagogía Montessori que ella misma aplica como tutora en el aula.

Desde Método Montessori MOBERI asistimos con emoción al V Seminario Internacional sobre Neurociencia y Educación organizado por Ana Juliá de MIRTC y, tras la intervención de Cristina García, quisimos entrevistarla para compartir contigo su valiosa visión neurocientífica aplicada en el aula.

¿María Montessori fue una pionera en neurociencia?

Por supuesto, pese a que no se dedicó plenamente al estudio científico del cerebro y su función (que es como se ve a la neurociencia actual), sí que usó el método científico para comprender a los niños y así crear una pedagogía basada en el desarrollo de la mente del niño durante sus primeros años de vida.

A partir de la observación y el análisis, propone una serie de materiales y actividades que ayuden al desarrollo óptimo en cada etapa.

Esto es, sin duda, lo que la neurociencia cognitiva actual busca: reconocer los procesos mentales más importantes para el aprendizaje e intentar potenciarlos durante la etapa escolar.

¿El aprendizaje de las matemáticas o de otras áreas consideradas "importantes a nivel escolar" se enriquece de la información que le llega al niño a través de lo sensorial?

Primero, cabe incidir en un detalle importante. Aquellas áreas que para muchos son las más importantes, hablamos de las matemáticas y de las lenguas, también las conocemos como las áreas “instrumentales”, y lo son porque en realidad son los instrumentos que hemos creado los humanos para comprender la realidad que nos envuelve.

Por ese motivo, si son las herramientas que empleamos para el análisis y comprensión de nuestro entorno, usar materiales concretos también da un contexto al niño y proporciona un conocimiento más profundo no sólo de los conceptos, sino también de su uso.

Dicho esto, distintos estudios científicos inciden en lo mismo, el uso de materiales manipulativos, como lo son nuestros materiales Montessori, proporciona una mejor comprensión de las ideas abstractas que presentamos.

La manipulación de objetos físicos y su experimentación ayuda a la estimulación de las distintas áreas cerebrales implicadas directamente en el aprendizaje, como la corteza prefrontal donde se encuentran situadas las funciones ejecutivas.

Pero podemos añadir que cuando un niño tiene una experiencia sensorial significativa, también aumenta su motivación, es decir las ganas por seguir “trabajando” y descubriendo el concepto abstracto que hay detrás del material.

¡El aprendizaje tras una actividad emocionante es mucho más profundo y efectivo!

¿Qué nos dice la neurociencia actual de la importancia y la riqueza de un aula diseñada bajo el Método Montessori?

Un aula Montessori tiene como elementos distintivos:

  1. El uso de materiales diseñados para la comprensión de distintos conceptos (que además están organizados de manera coherente y ordenada) con los que pueden explorar sensorialmente distintos conceptos.
  2. La libertad y autonomía de los niños a la hora de escoger el trabajo a realizar, pudiendo así participar activamente de su propio proceso de aprendizaje; y un ambiente propicio para las interacciones sociales generando las bases de la responsabilidad tanto individual como de grupo.

Con todo esto, un aula Montessori se alinea completamente con los principales estudios neurocientíficos, como los realizados por la Dra Adele Diamond, que apuntan al desarrollo tanto cognitivo como emocional para favorecer la práctica educativa, reducir el estrés por los resultados concretos y fomentar la exploración de manera significativa y creativa.

¿Por qué el color o el material o la predisposición de los materiales es importante según la neurociencia?

Cuando los materiales se presentan de manera consistente con unos colores determinados y una disposición concreta, la experiencia perceptual se ve mejorada. Me explico.

Según el modelo de Baddeley-Hitch de la memoria de trabajo, primero los estímulos sensoriales llegan a la mente del niño (aquello que percibimos) y se trasladan a otros sistemas para ser procesados y analizados.

Si los datos llegan siempre de la misma manera (por el color, disposición…) conseguimos pasar esos datos de manera más eficiente y rápida a los siguientes sistemas de memoria.

Por lo tanto, pasamos de la memoria de trabajo concreta (para la realización de una actividad) a la memoria a largo plazo que nos aporta un aprendizaje más profundo.

Por otro lado, el uso continuado de una disposición concreta del material también ayuda a la concentración, ya que la repetición de esa misma situación requiere de atención sostenida, otro elemento esencial en la neurociencia cognitiva.

Añadiría que un material diseñado para la comprensión de conceptos que sea además atractivo y si está bien cuidado, le añade emoción y promueve su uso.

Niño usando el material Montessori del Binomio de madera

Nos hablaste de la importancia de crear un ambiente atractivo donde se sientan felices con lo que hacen…

Cuando un niño o niña entra en un aula Montessori, sienten que están en un ambiente en el que pueden ser ellos mismos, eso es fundamental, de hecho, se sienten en casa.

De esta manera, se sienten felices al tener un espacio en que pueden expresarse con libertad y en el que su curiosidad natural puede verse saciada.

El espacio está organizado para proporcionar un entorno tranquilo en el que la atención se enfoque en los materiales de trabajo, incrementando el interés en los elementos manipulativos.

El trabajo no es juzgado ni corregido, por lo que no hay una inquietud por el resultado de las actividades sino por el desarrollo de estas, lo que reduce considerablemente el estrés ante una actividad.

Al poder estar con sus compañeros trabajando de manera cooperativa ayuda al bienestar emocional y genera una atmósfera positiva.

Además, intentamos incorporar elementos naturales como plantas, flores, frutos con los que experimentar, lo que conecta a los niños con la naturaleza que nos rodea y potencia su responsabilidad para con ella a la vez que aporta una sensación de tranquilidad.

¿Qué dice la neurociencia de dar libertad para elegir materiales o trabajo tal y como diseñó la Dra Montessori?

Dar la oportunidad de escoger las actividades a realizar está respaldado por distintos estudios en neurociencia.

Podemos ver que cuando los niños escogen aquellas actividades que les interesan y les resultan importantes, están más motivados y por lo tanto más comprometidos con su estudio.

Se sabe que en estos casos se libera dopamina lo que les da ese sentido de control sobre sus acciones y satisfacción por su trabajo.

Además, necesitan tomar decisiones importantes, solucionar los problemas que surgen y planificar y organizar la información.

Todas estas habilidades se desarrollan a partir de las funciones ejecutivas básicas generando y potenciando las conocidas como funciones ejecutivas de alto nivel y que nos llevaránal razonamiento y al conocimiento profundo.

¿Qué dice la neurociencia de favorecer la autonomía infantil?

Favorecer la autonomía infantil es algo que se repite en distintos estudios, ya que se ha demostrado que la toma de decisiones relacionadas con las actividades realizadas, así como la responsabilidad individual de los propios actos, contribuye al desarrollo de la corteza prefrontal, lugar en el que se dan los procesos relacionados con el autocontrol, la resolución de problemas y con la planificación.

Pero también podemos hablar del aumento de la autoestima al estar activamente involucrados en su propio proceso de aprendizaje, y seguir su propio ritmo, adaptándose a sus necesidades individuales.

Como puedes ver, la autonomía promueve la motivación, pero también un aprendizaje mucho más significativo.

¿Qué vínculo tiene la creatividad con la necesidad de movimiento para la inspiración?

Que el movimiento ayuda y contribuye a nuestra capacidad de aprendizaje es algo bien conocido. La misma Dra María Montessori lo consideraba algo fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños.

Hoy, el movimiento adquiere otra dimensión, la de promover la creatividad.

En 2009, en la revista Pediatrics, se publicó un estudio de Barros, R. et al, que sugería que los niños que tienen más tiempo para moverse tienen mejores resultados en tareas en que requieren pensamiento creativo.

¿Cómo?

En primer lugar, al estimular la actividad cerebral, principalmente en aquellas regiones directamente involucradas en el proceso creativo. Hay que añadir que el movimiento nos proporciona distintos estímulos sensoriales, lo que puede despertar la imaginación y así la creación de nuevas ideas y asociaciones mentales que pueden acabar generando aquel momento “Eureka” en el que te das cuenta de que has llegado a algo genuino.

Por eso verás que, en nuestras clases, los niños van y vienen, se mueven para ir a buscar el material, salen a los espacios exteriores… porque entendemos que lo necesitan para poder comprender mejor todo lo que les rodea y generar sus propias ideas.

Niña usando el material Montessori de las barras rojas y azules

¿Qué favorece las interacciones entre niños de diferentes edades? En las escuelas convencionales se suelen separar por grupos de la misma edad…

Sí, en las escuelas tradicionales se separa por el año de nacimiento lo que les priva de un ambiente mucho más rico y significativo. En realidad, en nuestras aulas hay niños y niñas de distintas edades pero que están en la misma etapa de desarrollo, por lo que tendrán características comunes.

Si lo piensas, muchas veces tenemos una especie de etiqueta permanente por el mero hecho de ser los pequeños de casa o los mayores.

Cuando están en clase, en cambio, todos tienen la oportunidad de ser en algún momento los pequeños, y dejarse “cuidar” pero también de ser los mayores y “dar ejemplo”.

Esto genera un sentido de comunidad, de pertenencia, se apoyan, se entienden y comparten mucho más que el aula común.

Yo diría que lo primero que destaca en un aula Montessori es la interacción entre grupos de edad, parecería que se tendrían que separar de manera instintiva por cursos, pero la realidad es que no es así para nada.

De hecho, la cooperación entre ellos les brinda la oportunidad de que los “pequeños” aprendan de los “mayores” y viceversa, en cualquier situación educativa.

Al practicar distintas habilidades sociales en función de con quién estés, también promueve la empatía.

Se exponen a diferentes realidades y por lo tanto hay diferentes perspectivas con lo que tienen que valorar distintos enfoques para resolver un problema, promoviendo al mismo tiempo la flexibilidad cognitiva y el pensamiento crítico.

Además, tener un modelo que no sea el adulto referente, sino alguien mucho más cercano como lo es un compañero mayor incrementa el interés, curiosidad y perseverancia en conseguir un objetivo.

Por otra parte, los distintos modelos lingüísticos que presenta cada grupo hacen que tengan que practicar distintas habilidades comunicativas al interactuar entre ellos. Lo hacen de manera natural, ven al pequeño y cambian su vocabulario, igual que el pequeño intentará parecerse al mayor usando un campo léxico más amplio.

Me encantó cuando hiciste referencia en el V Seminario Internacional sobre Neurociencia y Educación al médico y científico Santiago Ramón y Cajal contándonos que la emoción enciende la máquina cerebral. “La emoción activa la atención y la memoria en el aula” nos contaste. “La emoción es el punto de partida del aprendizaje” ¿Cómo das espacio a la emoción en tu aula?

Sí, estoy convencida que la emoción es el punto de partida de cualquier proceso cognitivo y que refuerza las redes neuronales creadas después de cada nuevo descubrimiento. De hecho, otro gran neurocientífico, como es Francisco Mora, nos dice:

“Sólo se puede aprender aquello que se ama”.

Para poder emocionar, antes hay que conocer a tus niños, comprender sus necesidades e intereses, a través de la observación, y después usar estrategias variadas para poder llegar a generar una expectativa y cumplirla.

Explicamos historias, basadas en la realidad, sin ficción ni fantasía, pero con experiencias que aportan una visión nueva y que ayudan a fijar las imágenes y asociarlas con un concepto concreto.

Por ejemplo, cada año explicamos la historia de la creación del universo y del planeta Tierra, y todos, pese a haberla escuchado en distintas ocasiones, están allí esperando a que el volcán entre en erupción…

El experimento lo hacemos cada año y ellos lo practican durante el curso, pero ese momento es especial, generamos un clima de expectación que hace que ese instante se les quede grabado (de hecho pasa a formar parte de esa memoria a largo plazo asociada con una emoción).

Pero no únicamente se emocionan con nuestros materiales, sino que, al potenciar las interacciones sociales, cuando compartes un sentimiento con alguien esa emoción queda asociada tanto a la persona como al conocimiento, lo que también potencia las conexiones neuronales.

Recuerdo tus palabras en tu ponencia de “Pero para ello primero necesito emocionarme yo. Emocionarse no se distingue por edad”...

Todos tenemos que emocionarnos, sentirnos a gusto con lo que hacemos para poder contagiar ese entusiasmo a los que están a nuestro alrededor.

Y eso vale para todos, pero cuando quienes tienes delante son niños, tiene mucha más importancia.

A veces cuesta, pero una buena guía se prepara para compartir la ilusión en cada detalle y no hay mejor recompensa que ver ese momento en el que se les abren los ojos al máximo y les sale casi al unísono un “wow” cuando realizas un experimento, cuando explicas una historia o cuando enseñas un material… son momentos únicos.

Niños creando arte natural

En tu conferencia dijiste que como maestros “queremos que las niñas y los niños hablen, que tengan interacciones, que se puedan mover…” ¿Qué dice de ello la neurociencia?

Por supuesto que queremos que se muevan, que hablen, que interactúen, porque nuestro cerebro ha sido diseñado para ello y no para sentarnos y esperar que nos digan qué tenemos que pensar y qué tenemos o no tenemos que hacer.

Otro autor de principios del siglo XX, Lev Vygotsky, en su teoría del desarrollo humano, explica cómo la interacción social es determinante en el desarrollo cognitivo.

Podemos explicarlo de manera sencilla: mientras hablan activan áreas asociadas con el procesamiento del lenguaje, la comprensión y la producción del lenguaje, lo que fortalece las habilidades lingüísticas en referencia al vocabulario, comunicación oral y gramática.

No sólo en lo que al área de lenguaje se refiere, sino que como he dicho antes, la lengua es el vehículo usado para la comprensión de lo que nos rodea (punto de partida para el trabajo de otras áreas).

Otra ventaja que la neurociencia también demuestra es el incremento en las interacciones sociales y por lo tanto de las habilidades de regulación emocional y de todos aquellos procesos relacionados con la gestión de conflictos y el pensamiento crítico, que son funciones ejecutivas.

Háblanos de esa "disciplina interior" que en tu ponencia asociaste que se da porque disfrutan de lo que hacen y les lleva a aprender autocontrol ¿Cómo es eso de aprender a focalizar la atención en algo que te interesa mientras a tu alrededor otros compañeros están moviéndose o realizando otras actividades?

Cuando hablamos de disciplina interior debemos tener en cuanta que no es un acto concreto sino un proceso gradual que se va desarrollando a la vez que lo hace el niño.

Nosotros podemos potenciar este desarrollo ofreciéndoles autonomía a la hora de escoger sus actividades, dentro siempre de un marco de normas claras que les aporten seguridad.

Cuando son ellos mismos quienes han decidido practicar con un determinado material, son ellos quienes asumen la responsabilidad de conseguir un objetivo determinado (que también se ponen ellos mismos) lo que fomenta la concentración y la autodisciplina.

Se promueve lo que podríamos llamar como una motivación intrínseca, es decir, que proviene de uno mismo. Además, cuando obtienen un resultado positivo (los materiales están diseñados para ser autocorrectivos) se favorece la autoestima, sin necesidad de premios ni gratificaciones externas.

Puede ser que nos cueste imaginarlo, pero en el aula se producen simultáneamente procesos de concentración máxima que llevan a los niños a focalizar su atención en aquello que les interesa sin importarles lo que hacen el resto de sus compañeros, muchas veces ni siquiera de lo que hace la maestra.

De hecho, una de las citas más conocidas de María Montessori es aquella que dice que "un maestro consigue el éxito cuando los niños trabajan como si no estuviese."

Me encantó cuando compartiste tu visión de que los educadores somos líderes que necesitamos ir de la mano de los neurocientíficos, líderes en el estudio de la mente…

Así es, nosotros formamos una parte importante de la neurociencia, el papel de la escuela es la de unir el conocimiento científico teórico y la realidad práctica de un aula.

Pero eso no quiere decir que tengamos que aplicar nuevas técnicas cada vez que surge un conocimiento nuevo, sino aprovechar los conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro y su capacidad de aprendizaje para continuar con la mejora continua de la enseñanza.

Un maestro tendría que actuar como lo hacen los científicos, observar a los niños y niñas de manera global, tanto cognitiva como emocionalmente (pero de forma individual) para poder reconocer esos procesos mentales que la ciencia ha identificado como importantes para su desarrollo.

A partir de lo que vemos, tan sólo hay que analizar nuestras estrategias de enseñanza para que sean realmente efectivas.

El ciclo se cierra con la evaluación de nuestra actuación para poder modificar o continuar con el procedimiento escogido.

Eso es en lo que se basa el método científico y eso es lo que deberíamos incorporar todos a nuestro día a día.

En nuestro caso, un guía Montessori debe ser un científico que busca el conocimiento y la mejora continua de los niños con los que trabaja.

¡Gracias Cristina!

Cristina García es guía Montessori de 6-12 años, actualmente doctoranda por la universidad de Girona dónde está completando su tesis doctoral basada en la integración de los principios de la neurociencia y la pedagogía Montessori que ella misma aplica en el aula cada día.

Después de su formación científica como bióloga, y de trabajar en distintos laboratorios de análisis clínicos y genéticos, realizó el máster en pedagogía Montessori en la Universidad de Loyola (Baltimore). Desde ese momento su trabajo directo con los niños se complementa con su vocación científica. Este pasado mes de agosto presentó dos ponencias en el último Congreso Internacional Montessori que tuvo lugar en Tailandia, uno de ellos sobre neurociencia.

En la actualidad es tutora de un grupo de ciclo superior de primaria en la escuela Montessori Palau Girona y compagina su actividad profesional con su labor investigadora y divulgativa.